No hay mejor forma de subrayar la sensatez y el sentido común, que contrastarlos con el esperpento; por ello, las declaraciones del actual primer ministro de Polonia destacan en comparación con las muestras de infinita estpupidez que habitulamente realizaba su antecesor, el fallecido Lech Kaczyński.
"No voy a decir que la UE vive los tiempos más difíciles de su historia, pero están entre los más difíciles. En cada encrucijada vemos con demasiada frecuencia la luz roja del nacionalismo exacerbado. La UE es un gran invento y debemos convencer a los euroescépticos, cuyo número crece, que esto debe funcionar". ¿Cómo? "Insistiendo en que no hay que tocar los fundamentos".
"Hay un euroescepticismo que conocemos bien, el clásico, que es una idea política estable", señala Tusk, líder de Plataforma Cívica, un partido liberal. "Pero está emergiendo un euroescepticismo no idealista, sino situacional: el de los que dicen que están a favor de la UE, pero toman medidas que la debilitan. Como ha ocurrido con Schengen. Hay que combatir toda señal política que la debilite".
"Mi misión no es señalar a nadie; es insistir en que no hay que tocar los fundamentos de la UE".
"Hoy hay menos países que respetan los criterios fijados por el Tratado de Maastricht para pertenecer al euro que los que los violan", hace notar Tusk. "No se puede convertir a algunos países en el chivo expiatorio. Ni usar acrónimos brutales, ni decir que la crisis es el momento de expulsar a algunos. Son tentaciones que veo". La referencia a "acrónimos brutales" alude al término PIGS (cerdos, en inglés, que con delectación emplean medios anglófonos para referirse a Portugal, Italia, Grecia y España, enriquecido últimamente con otra I correspondiente a Irlanda).
"Lo haremos cuando cumplamos los criterios y haya un sistema para imponérselos con rigor a los demás", señala Tusk. "Tras la quiebra de Lehman Brothers [2008] mi país fue el primero en llegar a la conclusión de que había que recortar gastos. La solución fue actuar rápido y de forma no radical. A España le recomendaría mayor flexibilidad laboral y mayor control en el sistema financiero". [El País]
"No voy a decir que la UE vive los tiempos más difíciles de su historia, pero están entre los más difíciles. En cada encrucijada vemos con demasiada frecuencia la luz roja del nacionalismo exacerbado. La UE es un gran invento y debemos convencer a los euroescépticos, cuyo número crece, que esto debe funcionar". ¿Cómo? "Insistiendo en que no hay que tocar los fundamentos".
"Hay un euroescepticismo que conocemos bien, el clásico, que es una idea política estable", señala Tusk, líder de Plataforma Cívica, un partido liberal. "Pero está emergiendo un euroescepticismo no idealista, sino situacional: el de los que dicen que están a favor de la UE, pero toman medidas que la debilitan. Como ha ocurrido con Schengen. Hay que combatir toda señal política que la debilite".
"Mi misión no es señalar a nadie; es insistir en que no hay que tocar los fundamentos de la UE".
"Hoy hay menos países que respetan los criterios fijados por el Tratado de Maastricht para pertenecer al euro que los que los violan", hace notar Tusk. "No se puede convertir a algunos países en el chivo expiatorio. Ni usar acrónimos brutales, ni decir que la crisis es el momento de expulsar a algunos. Son tentaciones que veo". La referencia a "acrónimos brutales" alude al término PIGS (cerdos, en inglés, que con delectación emplean medios anglófonos para referirse a Portugal, Italia, Grecia y España, enriquecido últimamente con otra I correspondiente a Irlanda).
"Lo haremos cuando cumplamos los criterios y haya un sistema para imponérselos con rigor a los demás", señala Tusk. "Tras la quiebra de Lehman Brothers [2008] mi país fue el primero en llegar a la conclusión de que había que recortar gastos. La solución fue actuar rápido y de forma no radical. A España le recomendaría mayor flexibilidad laboral y mayor control en el sistema financiero". [El País]
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