Escuchando esta mañana el debate en RAC1 suscitado por la noticia de la muerte de Manuel Fraga he vuelto a sentir una gran decepción con la post-transición.
Y es que si durante la época de la dictadura, durante treinta y cinco años, se ocultaron los crímenes cometidos por los vencedores y se recordaron hasta la saciedad los crímenes de los perdedores. Tras la muerte del dictador, se produjo el efecto péndulo, y se ocultaron los crímenes cometidos por "los rojos" y se recuperaron los crímenes cometidos por "los nacionales" durante la Guerra Civil y por el régimen durante la dictadura.
Hasta aquí nada sorprendente. Lo decepcionante es que, habiendo pasado más de treinta y cinco años tras la muerte del dictador, ambas partas (si me permiten la expresión), en lugar de admitir los crímenes cometidos por sus "antepasados políticos" (crímenes perfectamente documentados por los historiadores tanto para unos como para los otros), se empeñan en negarlos.
Es decir, durante mis años con uso de razón, en lugar ver cómo la izquierda empezaba a reconocer los crímenes cometidos en su nombre, hemos visto como la derecha empieza a olvidar los cometidos en el suyo.


Y vuelvo a la tertulia de RAC1, porque en ella se ha mostrado esta "involución" memorística perfectamente. En ella particiban dos individuos que, sin duda, no pueden calificarse de imparciales ni independientes (ideológicamente hablando), Toni Bolaño y Paco Marhuenda, pero de los que se espera una mínima capacidad crítica, al menos suficiente para no defender a Santiago Carrillo y Manuel Fraga respectivamente, como han hecho esta mañana.
Y es que si durante la época de la dictadura, durante treinta y cinco años, se ocultaron los crímenes cometidos por los vencedores y se recordaron hasta la saciedad los crímenes de los perdedores. Tras la muerte del dictador, se produjo el efecto péndulo, y se ocultaron los crímenes cometidos por "los rojos" y se recuperaron los crímenes cometidos por "los nacionales" durante la Guerra Civil y por el régimen durante la dictadura.
Hasta aquí nada sorprendente. Lo decepcionante es que, habiendo pasado más de treinta y cinco años tras la muerte del dictador, ambas partas (si me permiten la expresión), en lugar de admitir los crímenes cometidos por sus "antepasados políticos" (crímenes perfectamente documentados por los historiadores tanto para unos como para los otros), se empeñan en negarlos.
Es decir, durante mis años con uso de razón, en lugar ver cómo la izquierda empezaba a reconocer los crímenes cometidos en su nombre, hemos visto como la derecha empieza a olvidar los cometidos en el suyo.


Y vuelvo a la tertulia de RAC1, porque en ella se ha mostrado esta "involución" memorística perfectamente. En ella particiban dos individuos que, sin duda, no pueden calificarse de imparciales ni independientes (ideológicamente hablando), Toni Bolaño y Paco Marhuenda, pero de los que se espera una mínima capacidad crítica, al menos suficiente para no defender a Santiago Carrillo y Manuel Fraga respectivamente, como han hecho esta mañana.
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