Un tema que hemos tocado frecuentemente en los últimos días, aunque sin llegar a analizarlo con deteniemento ha sido el de los derechos de los animales.
La polémica (interesada) suscitada por la prohibición en Catalunya de las corridas de toros, ha hecho saltar a la primera plana de muchos medios la pregunta ¿tiene derechos los animales?
Mi respuesta es, más allá de toda duda, sí. Permítanme que justifique porqué. Para decidir sobre esta tema cabe analizarlo desde dos puntos de vista diferenciados: el del creyente y el del no creyente.
Desde el punto del vista del creyente la cosa es bastante clara: como creación de Dios, como parte de la obra de Dios, los animales deben ser respetados y bajo ningún concepto podremos maltratarlos o matarlos sin motivo.
Pero, ¿y desde el punto de vista de los no creyentes? En este caso, la cuestión es aparentemente más compleja.
Como ya hemos comentada en alguna ocasión anterior, si partimos del principio que Dios no existe, debemos aceptar que el hombre es producto exclusivo de la evolución. Si Dios no existe, el hombre es un animal más. Más inteligente, sí, pero un animal más. Como Por tanto, su vida no tiene más valor que la de cualquier otro animal. Por tanto, matar un toro es tan grave (o tan nimio) como matar a una persona.
Aunque en la realidad la mayoría de ateos sí creen en la existencia de una ética. Una ética que emanaría de los propios seres humanos. Muchos de ellos no creen siquiera en la existencia del alma, pero sí en la unos principios morales que emanan de todos nosotros (ya anteriormente, analizamos estas teorias).
El problema es que si partimos de una ética propia del ser humano observamos que esta varia totalmente a lo largo de la historia y de la geografía, ¿cómo decidir, pues, cual es la correcta? ¿Cómo destilar esta ética que supuestamente se halla en el interior de todos nosotros? Porque se plantea un nuevo problema; entre los que creen en esta "ética humana", los hay que defienden la existencia de los derechos de los animales y los que niegan dicha existencia, ¿quiénes tienen razón? Ante la duda, lo sensato, es siempre optar por la cautela, es decir, por asumir, hasta que se demuestre lo contrario, que dichos derechos existen.
El problema es que si partimos de una ética propia del ser humano observamos que esta varia totalmente a lo largo de la historia y de la geografía, ¿cómo decidir, pues, cual es la correcta? ¿Cómo destilar esta ética que supuestamente se halla en el interior de todos nosotros? Porque se plantea un nuevo problema; entre los que creen en esta "ética humana", los hay que defienden la existencia de los derechos de los animales y los que niegan dicha existencia, ¿quiénes tienen razón? Ante la duda, lo sensato, es siempre optar por la cautela, es decir, por asumir, hasta que se demuestre lo contrario, que dichos derechos existen.