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Sunday, April 19, 2009

El integrismo de El País

Una de mis obsesiones, como saben los lectores de mi blog, es el periódico El País. Teóricamente se trata de un medio progresista. Pero la realidad de su anticlericalismo propio de los años 30 pone en duda tal teoría.

La última muestra fue el articulo sobre el actual Pontífice de Roma, , El integrismo de Benedicto XVI, de Juan José Tamayo. El título es indicativo sobre el contenido del artículo pero, por si quedase alguna duda, el subtítulo lo acaba de definir: Latinoamericanos, judíos, musulmanes, africanos, protestantes y católicos seguidores del concilio Vaticano II se han sentido ofendidos por actitudes y declaraciones de Ratzinger. El uso de la palabra ofendidos indica cómo será el resto del artículo.

Se inicia la exposición del autor, enumerando las líneas maestras que según él ha tenido el mandato de Ratzinger: a) muchos cristianos se han dejado llevar por los vientos cambiantes de las corrientes ideológicas de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo hasta el libertinaje, del colectivismo al individualismo, del ateísmo a un vago misticismo; b) se está imponiendo en el mundo la “dictadura del relativismo que no reconoce nada que sea definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y a sus deseos”; c) lo único que permanece en la eternidad es el alma humana, cuyo fruto es lo sembrado en ella.Podríamos discutir durante horas si estos hechos son positivos o negativos, y si debemos actuar al respecto o no (dependiendo de la consideración que les demos); pero lo que dudo que nadie pueda negar, es que la descripción que se hace de la espiritualidad de finales del siglo XX y principios del XXI es totalmente acertada.

El artículo sigue con una afirmación que resumen con claridad la idea que guía al autor: que Ratzinger ha mantenido posturas claramente ofensivas para numerosos e importantes colectivos sociales, religiosos y étnicos. Es necesario, pues, analizar detalladamente.

Antes de nada, aclarar que en todo el artículo de Tamayo no hay comillas en todo el artículo; es, pues, imposible saber cuáles son las palabras originales de Benedicto XVI y cuáles son interpretaciones que el autor hace de ellas.

En primer lugar se refiere a las declaraciones de Benedicto XVI en Brasil en 2007 donde, según el autor, el Papa afirmó que la vuelta a las religiones precolombinas no era un progreso, sino un retroceso y una involución hacia el pasado. Es cierto que la política de la Iglesia era, en los últimos tiempos, la de un total respeto hacia el resto de creencias. Pero se trataba de un respeto mal entendido, que consistía básicamente en la aceptación de todas las creencias sin posibilidad ninguna de crítica. Pero, las religiones si pretenden ser algo vivo, no pueden aislarse en su burbuja y deben interactuar entre ellas (siempre dentro del respeto), y con la sociedad (derecho del que El País, parece querer privar a la Iglesia católica). Concretamente respecto a las religiones precolombinas, es innegable que la mayoría de ellas (desconozco si la totalidad) incluían los sacrificios humanos como parte fundamental de sus ceremonias y ritos. A pesar de que estas prácticas hayan sido desterradas de los ritos de los nuevos fieles de estas religiones, no se puede negar que ello formaba parte esencial, y por tanto, se puede afirmar, como hizo el Papa, que, en esencia, representan una involución al pasado.

En el mismo viaje acusó veladamente a los nuevos líderes políticos latinoamericanos de autoritarios, de estar sometidos a ideologías superadas y de no actuar en concordancia con la visión cristiana del ser humano y de la sociedad. Parece evidente que se refería a Hugo Chávez, Evo Morales y líderes parecidos a éstos. Que Hugo Chávez, por poner el ejemplo más evidente aunque también es válido para otros muchos, es un dictadorzuelo que mezcla ideas marxistas con populismo berlusconiano es difícilmente discutible.

Los musulmanes -1300 millones- se sintieron profunda y gravemente ofendidos en el discurso de Ratisbona, en el que afirmó que Mahoma no trajo más que males al mundo, ya que impuso la fe con la espada y proclamó la guerra santa, al tiempo que vinculó al Dios del Islam con la violencia y la irracionalidad. Vayamos por partes; en primer lugar, me pregunto si éstas fueron las palabras de Benedicto XVI (lo cual me parece dudoso), porque si el autor las ha tergiversado quedaría totalmente desacreditado. En segundo lugar, que Mahoma utilizó la guerra para expandir el Islam forma parte de la Historia, parte de la Historia que algunos progresistas pretenden ignorar (para así poder continuar con falacias como las que comparan a Mahoma y Jesucristo), pero parte de la Historia innegable (así como la boda de Mahoma, con Aisha, cuando ésta contaba con tan sólo cinco o seis años, según autores) que algunos sectores se obstinan en negar. Respecto a la guerra santa, cualquier persona puede acudir al Corán (existen numerosas versiones online gratuitas) y cerciorarse por sí misma de lo que realmente se dice. Baste comentar que las referencias a la yihad son frecuentes, así como los ataques al cristianismo y al judaísmo. La yihad es, por decirlo eufemistícamente, un concepto recurrente en la ideología de Mahoma. En resumen, las afirmaciones del Papa sobre el Islam (caso de haberse producido como afirma el autor) serían totalmente razonables (por no decir ciertas) desde un punto de vista histórico. Como reflexión, parece curioso que El País se preocupe de lo profunda y gravemente ofendidos que se sintieron 1300 millionesde musulmanes, y jamás lo haya hecho de las continuas ofensas que reciben cristianos por parte de líderes musulmanes de todo el mundo.

Con esas afirmaciones Benedicto XVI se distanciaba de la iniciativa pacífica de la Alianza de Civilizaciones, asumida por la ONU y por más de cien países, y se alineaba con la estrategia belicista, del Choque de Civilizaciones de Bush. Debo admitir que es mi pasaje favorito del artículo; tendencioso, demagógico, falaz…todos los defectos que puede tener un artículo de opinión se encuentran en este pasaje.

Para comenzar, que el Papa opine sobre el Islam no implica que se acerque o distancie de nadie, ni mucho menos que se alinee con nadie. Ésto es una falacia.

Afirmar que el proyecto de Zapatero es una iniciativa pacífica puede parecer pueril, pero forma parte de esta política de El País de instruir, adoctrinar a sus lectores. Se trata de una dialéctica (muy propia de las dictaduras) que considera que al lector se le debe recordar continuamente quienes son los buenos y quienes los malos, lo correcto y lo incorrecto.

Después, asumida por la ONU y más de cien países; sí, pero ¿cuáles son dichos países? Entre ellos se encuentra Argelia, entre otros, donde la democracia brilla por su ausencia. Por tanto asumir la Alianza de Zapatero no implica, en sí mismo, nada positivo ni negativo, simplemente la firma de un papel, que tiene más valor propagandístico que real; y que significa poco, para la mayoría de los firmantes.

Afimar que el Papa se alineaba con la estrategia belicista es una afirmación que suele provenir de la voluntad expresa de dañar la imagen de Benedicto XVI; no se sostiene de ninguna manera; no se justifica, simplemente por una asociación de ideas que realiza el autor (crítica al Islam, ataque a la Alianza de Civilizaciones, estrategia belicista, Bush…) que tiene más de propaganda que de análisis, y que desde el punto de vista de la ética periodística es más que reprobable.

¿Y relacionar las palabras del Papa con la política de Bush? Es el autor el que demuestra profesar las ideas de Bush, porque cree, como Bush que “el que no está de nuestro lado –el de la Alianza de Civilizaciones- está en contra nuestra”.

Más ofendidos, según Tamayo, serían la totalidad de habitantes del continente africano -856 millones- (muy ofendidos, según él). ¿La razón? Las declaraciones del Papa en contra del uso del preservativo. Afirmación deudora de una teología de la muerte que le convierte en en responsable de la extensión y agravamiento del sida en África, que afecta a millones y millones de personas en ese continente. Las afirmaciones del Papa provienen de la doctrina de la Iglesia católica que prohíbe el uso de medios anticonceptivos, y nada tienen que ver con una teología de la muerte (salida de las pajas mentales del autor en pleno delirio antipapal). En ningún caso significan que el Papa acuse a nadie de la expansión del SIDA, en contra de lo que el autor, tendenciosamente, afirma. En todo caso las afirmaciones del Papa podrán indignar (a los partidarios del uso del preservativo, sean de donde sean) pero nunca ofender. Otro aspecto a tener en cuenta es que es imposible ofender a todo un continente, porque sin duda en África existen católicos, y algunos de ellos pueden estar de acuerdo con el Papa. Y por otro lado, los musulmanes de África (500 millones, según la ONU en 1996) tampoco se sentirán ofendidos, pues el Islam es, como es sabido (e ignorado también por El País), aun más inflexible con todo lo referente a la sexualidad.

Los protestantes -650 millones- y los cristianos ortodoxos -250 millones- se vieron discriminados en el documento vaticano de julio de 2007 que identifica la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica, a la que considera la única verdadera, califica a las Iglesias Ortodoxas como Iglesia imperfecta y niega que las Iglesias de la Reforma sean Iglesia. Antes que nada, a pesar de la gran simpatía que tengo por la Iglesia Ortodoxa, la verdad es que dichas Iglesias afirman exactamente lo mismo de la Iglesia Católica. Es evidente que cuando se trata de cuestiones de fe, como es la religión, todos consideran que su opción es la correcta, y que el resto están más o menos equivocadas. Sucede con las diferentes tendencias políticas, más lógico es que suceda en el ámbito de la fe. Todas las religiones del mundo se consideran únicas y depositarias de la verdad. Criticar esto únicamente de una religión es de una falsa inocencia bastante sospechosa.

Los cristianos conciliares han visto frenadas no pocas de las reformas eclesiales y litúrgicas del Vaticano II (…) y reintegró en la Iglesia católica a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, defensora de la Iglesia del ancien régime y contraria a la libertad religiosa. Al levantar la excomunión de los integristas, sin exigirles la aceptación del concilio Vaticano II, no son ellos quienes se incorporan al cristianismo conciliar. Es más bien, el Papa quien se convierte al integrismo y lleva a la Iglesia en esa dirección. Básicamente, se trata de cuesitones internas de la Iglesia Católica; se critica que la Iglesia opine sobre la política del Estado (cuestión ridícula tratándose la Iglesia de un elemento más de la sociedad), pero se permiten opinar sobre política interna de la Iglesia. La afirmación el Papa quien se convierte al integrismo es, de nuevo, tendenciosa y falaz, consciente y perfectamente calculada para relacionar al Papa con el concepto integrismo; y lleva a la Iglesia en esa dirección para relacionar a toda la Iglesia con ese concepto, habitualmente relacionado con el Islam.

En resumen, un nuevo punto en la batalla que El País mantiene con la Iglesia católica. Como actor político, sigue fiel a su estilo; como supuesto medio de información, es mucho más que reprobable.