Debo admitir que me fascinan las revoluciones populares, como demostraron las numerosas referencias que realicé a las revoluciones (o revueltas) de Túnez y Egipto. Por ello, el movimiento de los "indiganodos" me provoca grandísima curiosidad; aunque me he acercado a él con una mezcla de simpatía y prudencia.
Otra cosa que ha aumentado aun más mi interés ha sido la reacción de los partidos políticos, especialmente de los dos principales: desconcierto, recelo, intentos de capitalizar el movimiento, críticas, guiños, etc. y los furibundos ataques de la ultraderecha mediática.
Y la pregunta que me viene a la mente es, ¿por qué estos ataques de la ultraderecha? Se han pasado años atacando a Zapatero, acusándole a él y a su gobierno de todos los delitos y crímenes que puede cometer un cargo público; a priori, parece que deberían estar encantados de que un grupo de jóvenes muestren su insatisfacción, porque está demostrado que las protestas siempre perjudican más al partido que gobierna.

¿Realmente tienen tanto miedo de este movimiento? ¿O tal vez piensan que utilizar el miedo puede ser la forma de garantizar la movilización de sus seguidores para las eleccciones?
Mientras tanto los políticos populares basculan entre la crítica y el apoyo, dependiendo del talante que pretenden mostrar, aunque predomina el recelo. Y en el PSOE, prácticamente NS/NC.
Otro aspecto interesante es la relación de este movimiento con las nueva tecnologías y, principalmente, con Twitter. Evidentemente este movimiento no habría tenido este desarrollo tan rápido sin Twitter y, en menor medida, Facebook. Se habló de las Twitterrevoluciones al referirse a las revoluciones del mundo árabe. Es evidente que la revolución española es puramente 2.0.
Algunas de las críticas que se han recibido me parecen injustas y demagógicas, otras tienen más sentido. Entre las primeras, están los comentarios acerca de las capacidades oratorias de los representantes del movimiento.
Cierto que se conoce poco de las reivindicaciones de los acampados, lo que seguramente ha permitido su rápido desarrollo. Hasta ahora lo único necesario para ser un "infigando" era estar descontento con el funcionamiento de nuestra democracia e inquieto con el papel de los bancos durante la crisis.
Dejando de lado el debate de si estas concentraciones tienen o no algo en común con las que despertaron al mundo arabe, sin duda aquellas tenían un punto a favor, un objetivo claro: derrocar a los dictadores. La "spanish revolution" (término que ha sido utilizado por los detractores para atacarla, creo que de forma bastante demagógica), tiene el handicap de no haber encontrado una meta clara, un objetivo que les permita decir "Estaremos aquí hasta que...".
La gran incognita es saber qué pasará con las concentraciones el día después. ¿Serán capaces de mantener la "tensión" tras la jornada electoral? ¿Serán capaces de coordinarse después de las concentraciones? Será complicado sin objetivos concretos, pero la indignación está ahí, esperando que alguien sepa encauzarla.
Otra cosa que ha aumentado aun más mi interés ha sido la reacción de los partidos políticos, especialmente de los dos principales: desconcierto, recelo, intentos de capitalizar el movimiento, críticas, guiños, etc. y los furibundos ataques de la ultraderecha mediática.
Y la pregunta que me viene a la mente es, ¿por qué estos ataques de la ultraderecha? Se han pasado años atacando a Zapatero, acusándole a él y a su gobierno de todos los delitos y crímenes que puede cometer un cargo público; a priori, parece que deberían estar encantados de que un grupo de jóvenes muestren su insatisfacción, porque está demostrado que las protestas siempre perjudican más al partido que gobierna.

¿Realmente tienen tanto miedo de este movimiento? ¿O tal vez piensan que utilizar el miedo puede ser la forma de garantizar la movilización de sus seguidores para las eleccciones?
Mientras tanto los políticos populares basculan entre la crítica y el apoyo, dependiendo del talante que pretenden mostrar, aunque predomina el recelo. Y en el PSOE, prácticamente NS/NC.
Otro aspecto interesante es la relación de este movimiento con las nueva tecnologías y, principalmente, con Twitter. Evidentemente este movimiento no habría tenido este desarrollo tan rápido sin Twitter y, en menor medida, Facebook. Se habló de las Twitterrevoluciones al referirse a las revoluciones del mundo árabe. Es evidente que la revolución española es puramente 2.0.
Algunas de las críticas que se han recibido me parecen injustas y demagógicas, otras tienen más sentido. Entre las primeras, están los comentarios acerca de las capacidades oratorias de los representantes del movimiento.
Cierto que se conoce poco de las reivindicaciones de los acampados, lo que seguramente ha permitido su rápido desarrollo. Hasta ahora lo único necesario para ser un "infigando" era estar descontento con el funcionamiento de nuestra democracia e inquieto con el papel de los bancos durante la crisis.
Dejando de lado el debate de si estas concentraciones tienen o no algo en común con las que despertaron al mundo arabe, sin duda aquellas tenían un punto a favor, un objetivo claro: derrocar a los dictadores. La "spanish revolution" (término que ha sido utilizado por los detractores para atacarla, creo que de forma bastante demagógica), tiene el handicap de no haber encontrado una meta clara, un objetivo que les permita decir "Estaremos aquí hasta que...".
La gran incognita es saber qué pasará con las concentraciones el día después. ¿Serán capaces de mantener la "tensión" tras la jornada electoral? ¿Serán capaces de coordinarse después de las concentraciones? Será complicado sin objetivos concretos, pero la indignación está ahí, esperando que alguien sepa encauzarla.
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