En los primeros posts de este blog, ya describimos la estrategia encaminada a dotar de credibilidad una afirmación actual, consistente en admitir algo que anteriormente se había negado.
Tenemos un ejemplo perfecto en el artículo "El español en la inmersión lingüística" de Mercè Vilarrubias, que defiende la tesis enunciada en su subtítulo según la cual "Cataluña carece de un sistema para que los alumnos aprendan bien el castellano".
"Uno de los argumentos que con más frecuencia utiliza el gobierno catalán a favor de la inmersión lingüística es que los alumnos aprenden catalán y español hasta un nivel óptimo. Normalmente, nos dice que los alumnos catalanes conocen ambas lenguas por igual y que si una la saben mejor que la otra, ésta es siempre el español." Así pues, la autora no discute que los alumnos aprendan catalán y español, sinó que intenta demostrar que el nivel de estpañol de los alumnos catalanes no es "óptimo"... Pero ya no niega que lo aprendan.
Vamos a ver cómo argumenta su teoría.
"Respecto al español, en el sistema de inmersión no se realiza ninguna asignatura en esta lengua ya que toda la enseñanza se limita a la asignatura de lengua española." ¿Y la asignatura de Literatura Española?
¿Su propuesta?
"Lo que sí llevaría a un desarrollo sólido y óptimo del español para los alumnos catalanes sería el poder realizar algunas asignaturas en esta lengua porque ello les permitiría practicar y usar la lengua." Es decir, según la autora, los estudiantes necesitarían "practicar y usar" el español... Claro, el casi monopolio de medios de comunicación en español, libros, juegos de ordenador, etc. no implican "practicar y usar" el idioma... Será que para la autora el idioma en la escuela y el idioma en la vida normal son idiomas distintos... Como esta teoría no se sostiene de ninguna manera, la autora intenta redirigir su argumentación: "La consecuencia es que se priva a los alumnos de la principal herramienta para el desarrollo del español formal y culto", introduciendo así dos conceptos nuevos: "formal y culto". Lo argumenta así: "es que este aprendizaje "en la calle" [que según la autora, alega la Generalitat] está necesariamente restringido a los registros orales y coloquiales de la lengua. Y que, por lo tanto, el aprendizaje del español en sus registros cultos y formales no puede aprenderse en la calle; debe tener lugar en la escuela."
Pero mi pasaje preferido del artículo (por ridículo) viene a continuación, y es cuando intenta justificar esa afirmación:
"Un ejemplo puede ilustrarlo: la práctica totalidad de los alumnos catalanes saben decir "es muy necesario que hagamos esto" pero sólo algunos saben expresarse diciendo "tenemos una necesidad acuciante de realizar esta tarea"". Lo que tendría que explicar la autora es que porcentaje de los alumnos de fuera de Catalunya sabrían expresarse con la segunda versión. Basta con echar un vistazo al español utilizado en las redes sociales por los alumnos de fuera de Catalunya para darse cuenta de que no serían muchos más que en Catalunya. Cuesta creer que la autora haya realizado semejante trampa inconscientemente.
Pero la autora sigue señalando déficits del aprendizaje del español en Catalunya que, aunque podrían aplicarse perfectamente al resto del Estado, según ella demuestran su teoría: "Más bien, el enfoque [del sistema educativo catalán] parece ser que cada alumno llegará donde llegue en su conocimiento del español, dependiendo de si es su lengua materna, de si lee mucho en esta lengua fuera de la escuela o de si tiene un entorno culto que la usa."
La autora sigue con su manipulación cuando afirma: "La realidad, sin embargo, es que nunca se nos ha explicado de manera convincente por qué una enseñanza bilingüe, con la mitad o más de asignaturas en catalán, sería un ataque a esta lengua que impediría su aprendizaje. Y no se nos ha explicado porque esto no sucedería así.". Vilarrubias tiene la habilidad de introducir el adjetivo "convincente" al referirse a las explicaciones que justiquen el diseño del modelo actual, porque sabe que sin esta palabra podríamos acusarla de mentir, aunque la intención de manipulación es clara.
El origen del actual sistema de inmersión língüística es bien conocido, y disponible al alcance de cualquiera incluso en la Wikipedia. Se ha explicado en numerosas ocasiones que se intentó inicialmente la educación bilingüe, pero se descartó porque los alumnos de entornos completamente castellanoparlantes, no conseguián un nivel mínimo de catalán. La autora podría discutir las razones expuestas en repetidas ocasiones, pero prefiere escribir que "no se ha explicado", añadiendo el "convincente" para cubrirse las espaldas.
Escribe la autora: "En primer lugar, una enseñanza bilingüe no impediría el aprendizaje del catalán porque esta lengua también sería vehicular", a pesar de que las pruebas piloto llevados a cabo a mediados de los ochenta (y que ella prefiere ignorar), demostraron lo contrario.
Ahora bien, la afición de la autora por la lingüística-ficción llega alcanza su mayor expresión en el siguiente párrafo: "La idea subyacente parece ser que si todos los alumnos estudian únicamente en catalán, los que la tienen como lengua materna la consolidarán y aceptarán como única y los que no la tienen como lengua materna llegarán a identificarse con ella y acabarán rechazando o usando de forma muy reducida su lengua materna. Así, las generaciones jóvenes se identificarán sólo con el catalán, al que considerarán su única lengua propia. Ello se traducirá en un aumento del número de ciudadanos que usan el catalán habitualmente y una drástica reducción del número de aquellos que usan el español u otras lenguas. Y de la identificación con la lengua a la identificación con la nación hay un paso muy pequeño, se presume, y efectivamente así es en algunos casos."; un párrafo que demuestra claramente la "idea subyacente" que mueve a la autora: las motivacioes políticas.
El hecho de que el sistema educativo catalán actual garantice la consecución del objetivo que teorícamente todos defendemos (que todos los alumnos aprendan las dos lenguas) no parece suficiente para la autora, que ha descubierto el verdadero (oscuro y secreto) objetivo de la inmersión lingüística. Que la realidad no te arruine una buena argumentación política.
Tenemos un ejemplo perfecto en el artículo "El español en la inmersión lingüística" de Mercè Vilarrubias, que defiende la tesis enunciada en su subtítulo según la cual "Cataluña carece de un sistema para que los alumnos aprendan bien el castellano".
"Uno de los argumentos que con más frecuencia utiliza el gobierno catalán a favor de la inmersión lingüística es que los alumnos aprenden catalán y español hasta un nivel óptimo. Normalmente, nos dice que los alumnos catalanes conocen ambas lenguas por igual y que si una la saben mejor que la otra, ésta es siempre el español." Así pues, la autora no discute que los alumnos aprendan catalán y español, sinó que intenta demostrar que el nivel de estpañol de los alumnos catalanes no es "óptimo"... Pero ya no niega que lo aprendan.
Vamos a ver cómo argumenta su teoría.
"Respecto al español, en el sistema de inmersión no se realiza ninguna asignatura en esta lengua ya que toda la enseñanza se limita a la asignatura de lengua española." ¿Y la asignatura de Literatura Española?
¿Su propuesta?
"Lo que sí llevaría a un desarrollo sólido y óptimo del español para los alumnos catalanes sería el poder realizar algunas asignaturas en esta lengua porque ello les permitiría practicar y usar la lengua." Es decir, según la autora, los estudiantes necesitarían "practicar y usar" el español... Claro, el casi monopolio de medios de comunicación en español, libros, juegos de ordenador, etc. no implican "practicar y usar" el idioma... Será que para la autora el idioma en la escuela y el idioma en la vida normal son idiomas distintos... Como esta teoría no se sostiene de ninguna manera, la autora intenta redirigir su argumentación: "La consecuencia es que se priva a los alumnos de la principal herramienta para el desarrollo del español formal y culto", introduciendo así dos conceptos nuevos: "formal y culto". Lo argumenta así: "es que este aprendizaje "en la calle" [que según la autora, alega la Generalitat] está necesariamente restringido a los registros orales y coloquiales de la lengua. Y que, por lo tanto, el aprendizaje del español en sus registros cultos y formales no puede aprenderse en la calle; debe tener lugar en la escuela."
Pero mi pasaje preferido del artículo (por ridículo) viene a continuación, y es cuando intenta justificar esa afirmación:
"Un ejemplo puede ilustrarlo: la práctica totalidad de los alumnos catalanes saben decir "es muy necesario que hagamos esto" pero sólo algunos saben expresarse diciendo "tenemos una necesidad acuciante de realizar esta tarea"". Lo que tendría que explicar la autora es que porcentaje de los alumnos de fuera de Catalunya sabrían expresarse con la segunda versión. Basta con echar un vistazo al español utilizado en las redes sociales por los alumnos de fuera de Catalunya para darse cuenta de que no serían muchos más que en Catalunya. Cuesta creer que la autora haya realizado semejante trampa inconscientemente.
Pero la autora sigue señalando déficits del aprendizaje del español en Catalunya que, aunque podrían aplicarse perfectamente al resto del Estado, según ella demuestran su teoría: "Más bien, el enfoque [del sistema educativo catalán] parece ser que cada alumno llegará donde llegue en su conocimiento del español, dependiendo de si es su lengua materna, de si lee mucho en esta lengua fuera de la escuela o de si tiene un entorno culto que la usa."
La autora sigue con su manipulación cuando afirma: "La realidad, sin embargo, es que nunca se nos ha explicado de manera convincente por qué una enseñanza bilingüe, con la mitad o más de asignaturas en catalán, sería un ataque a esta lengua que impediría su aprendizaje. Y no se nos ha explicado porque esto no sucedería así.". Vilarrubias tiene la habilidad de introducir el adjetivo "convincente" al referirse a las explicaciones que justiquen el diseño del modelo actual, porque sabe que sin esta palabra podríamos acusarla de mentir, aunque la intención de manipulación es clara.
El origen del actual sistema de inmersión língüística es bien conocido, y disponible al alcance de cualquiera incluso en la Wikipedia. Se ha explicado en numerosas ocasiones que se intentó inicialmente la educación bilingüe, pero se descartó porque los alumnos de entornos completamente castellanoparlantes, no conseguián un nivel mínimo de catalán. La autora podría discutir las razones expuestas en repetidas ocasiones, pero prefiere escribir que "no se ha explicado", añadiendo el "convincente" para cubrirse las espaldas.
Escribe la autora: "En primer lugar, una enseñanza bilingüe no impediría el aprendizaje del catalán porque esta lengua también sería vehicular", a pesar de que las pruebas piloto llevados a cabo a mediados de los ochenta (y que ella prefiere ignorar), demostraron lo contrario.
Ahora bien, la afición de la autora por la lingüística-ficción llega alcanza su mayor expresión en el siguiente párrafo: "La idea subyacente parece ser que si todos los alumnos estudian únicamente en catalán, los que la tienen como lengua materna la consolidarán y aceptarán como única y los que no la tienen como lengua materna llegarán a identificarse con ella y acabarán rechazando o usando de forma muy reducida su lengua materna. Así, las generaciones jóvenes se identificarán sólo con el catalán, al que considerarán su única lengua propia. Ello se traducirá en un aumento del número de ciudadanos que usan el catalán habitualmente y una drástica reducción del número de aquellos que usan el español u otras lenguas. Y de la identificación con la lengua a la identificación con la nación hay un paso muy pequeño, se presume, y efectivamente así es en algunos casos."; un párrafo que demuestra claramente la "idea subyacente" que mueve a la autora: las motivacioes políticas.
El hecho de que el sistema educativo catalán actual garantice la consecución del objetivo que teorícamente todos defendemos (que todos los alumnos aprendan las dos lenguas) no parece suficiente para la autora, que ha descubierto el verdadero (oscuro y secreto) objetivo de la inmersión lingüística. Que la realidad no te arruine una buena argumentación política.
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